A la mañana siguiente,
un lunes duro le esperaba a Toma y Carol. Ninguno de los dos sabía lo que
pasaría cuando se encontraran por fin después de no haberse visto ni hablado en
todo el fin de semana. Cuando Toma la vio entrar por la puerta general, corrió
hacia ella hasta ponerse al frente.
― Carol… -dijo él pero fue interrumpido por la chica.
― Antes de que digas algo más –lo detuvo –No quiero que sufras por mi culpa, no tienes que volver a hablarme si no quieres. Por eso he decidido que ya no podemos seguir siendo amigos –musitó dejando a Toma totalmente desconcertado –Con permiso –le sonrió levemente y siguió su camino.
Toma no podía creerlo. Nunca fue su intención propiciar eso. Cerró los ojos insultándose mentalmente. ¿Cómo en un fin de semana se había arruinado todo?
― Carol… -dijo él pero fue interrumpido por la chica.
― Antes de que digas algo más –lo detuvo –No quiero que sufras por mi culpa, no tienes que volver a hablarme si no quieres. Por eso he decidido que ya no podemos seguir siendo amigos –musitó dejando a Toma totalmente desconcertado –Con permiso –le sonrió levemente y siguió su camino.
Toma no podía creerlo. Nunca fue su intención propiciar eso. Cerró los ojos insultándose mentalmente. ¿Cómo en un fin de semana se había arruinado todo?
La escena anterior seguía dando vueltas y vueltas en su
mente mientras la profesora Akihita estaba explicando un nuevo tema de álgebra.
Todos los estudiantes estaban anotando lo del pizarron a excepción de Toma. El
chico estaba totalmente distraído, fuera de la realidad. Sabía que Carol se
sentaba en la fila contigua a la de él, atrás, justo al lado de Yamapi. Quería
voltear a verla, ¡necesitaba verla!, pero si lo hacía Yamapi podría verlo o
Carol en el peor de los casos... pero... ¡quería verla!.
Con sumo nerviosismo fue girando la cabeza lentamente a su izquierda, comprobando que ella estaba muy concentrada en su cuaderno anotando los apuntes. Se quedó observándola detenidamente, su cabello recogido en una desordenada cebolla y su fleco liso, ahora no se había puesto lentes de contacto, llevaba los lentes negros estilo geek.
Con sumo nerviosismo fue girando la cabeza lentamente a su izquierda, comprobando que ella estaba muy concentrada en su cuaderno anotando los apuntes. Se quedó observándola detenidamente, su cabello recogido en una desordenada cebolla y su fleco liso, ahora no se había puesto lentes de contacto, llevaba los lentes negros estilo geek.
― ¿Pasa algo? -inquirió Yamapi, quién estaba sentado detrás
de Toma.
El pelinaranja se asustó de tal manera al ser descubierto
que enseguida saltó de su sitio tirando todo lo que tenía en la mesa, causando
mucho ruido y que todos sus compañeros lo volteasen a ver al tiempo en que la
docente Akihita lo regañaba.
― ¡Gomen, gomen! Quiero decir, lo siento mucho... –Respondía
Toma sonrojado mientras levantaba sus cosas y los demás se reían de él.
― Señor Toma –le habló la profesora –Será mejor que empiece
a poner atención a las clases, de lo contrario va a reprobar esta unidad por
mala conducta –Y dicho esto continuó escribiendo en el pizarrón.
― Lo lamento, no quería asustarte –se disculpó Yamapi
hablando en voz baja.
Sin que ellos se dieran cuenta, Carol alzó la mirada de su
cuaderno y observó a Toma y posteriormente a Yamapi, ambos estaban anotando lo
del pizarrón finalmente.
"Por eso he
decidido que ya no podemos seguir siendo amigos", recordó Carol en su
mente lo que le había dicho a Toma en la mañana cuando recién llegaban al
instituto. ¿Habría sido lo correcto? ¿Había sido grosera o ruda? Las dudas no
dejaban de atormentarla en clase.
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En el salón de Lucky Kunimitsu se estaban dividiendo las
tareas para lo del puesto que iban a representar en el festival del Instituto Hathor
& Minerva. Habían optado por montar una casa de espantos en uno de los
salones de actos porque eran amplios, en un principio iban a elegir el gimnasio
pero fue imposible porque la sociedad de alumnos había decidido usarlo para el
baile de noche que empezaría justo al término del festival.
A Lucky le había tocado elaborar un monstruo de un metro y
medio y traer algunas cortinas negras y purpuras. A otros también les tocó
llevar monstruos y telas, mientras que otros más se vestirían de personajes
tétricos como Freddy Crugger, el chico de Viernes 13, Samara Morgan, entre
otros elegidos. El timbre para la siguiente hora sonó y todos los alumnos se
prepararon para cambiar de salón.
― ¡Hola, preciosa! -gritó Mamoru apareciendo de repente
frente a Lucky. La joven al verlo sonrió ampliamente y lo abrazó con fuerza.
Ambos empezaron a caminar por el pasillo abrazados.
― Mamoru, ¿qué hará tu salón para el festival? Nosotros
hemos decidido la casa embrujada. El salón de Carol; nuestra pequeña hija, y
Toma harán un puesto de comida, pero aún no deciden de qué.
― Pues nosotros haremos lo de siempre, ya sabes, estaremos
dando pequeños conciertos y además creo que abrirán un karaoke y pista de baile
en el edificio de músicos.
― ¡Ohayo, tomodachi! –llegó Mizushima sonriente al lado de
ellos.
― Pareces muy emocionado, mi querido Hiro-chan –observó
Mamoru – ¿Acaso se deberá a cierta chica que empieza con la letra A de Alex?
— ¡Siiiiii! Por ella –sonrió sonrojado y con los ojos
cerrados –La invité a comer hoy.
— Eso es un gran avance, ¡Felicidades, Mizushima-san!
–musitó amablemente Lucky.
— ¡Arigato, Kunimitsu-san! –le sonrió.
— ¡Hey, hey, hey, no se sonrían tanto ustedes dos! –reclamó
Mamoru alejando a Lucky de Hiro.
— Ay, Mamoru, eres un celoso de lo peor –se quejó la castaña
–No tienes remedio. ¡Pero aun así te quiero! –le dio un beso en la mejilla –Hay
que darnos prisa si queremos ganar una mesa.
— Yo tengo ensayo, voy a almorzar hasta la siguiente hora
–se disculpó Mamoru –Vayan ustedes… Y Hiro-chan… no te acerques tanto a mi
Lucky –le advirtió con los ojos entrecerrados.
— ¡Entendido y anotado! –respondió sonriente.
— No te preocupes, Mizushima-san, Mamoru solo bromea, jamás
ha sido celoso –le explicó Lucky mientras los dos se dirigían a la cafetería
del instituto.
— ¿En verdad? Y yo que me lo estaba creyendo… Oh,
Kunimitsu-san, parece que no hay mesas libres dentro –observó el pelinegro.
Efectivamente toda la cafetería estaba ocupada, por lo que
optaron por comprar su almuerzo y comerlo en una de las mesas de madera que
había afuera, al aire libre.
— ¡Itadakimas! –dijeron los dos al mismo tiempo y empezaron
a comer.
— Buenos días –llegó Carol sentándose con ellos.
— ¡Ohayo, Carol-chan! –saludó sonriente Lucky. Carol se le
quedó viendo con una ceja levantada –Lo siento, como Mamoru y Mizushima-san se
la pasan hablando en japonés creo que se me ha pegado un poco.
— No importa, de todas formas te entiendo –exclamó con
desgano. Estaba decaída, se le notaba en el rostro, incluso su postura estaba
ligeramente abatida.
— ¿Y a ti qué te pasa? –le preguntó su amiga –Traes algo,
¿verdad, Carol?
— Ayer… Toma… bueno… Nos peleamos. Algo así.
— ¿Cómo que se pelearon? ¿Por qué? –Lucky la miró
preocupada. Ella no la miraba a los ojos, tenía la vista hacia abajo.
— Ayer en el estacionamiento del instituto Toma se… se me…
él se me…
— ¿Se te declaró? –Kunimitsu abrió grandes los ojos mirando
fijamente a Carol.
— Sí.
— ¡POR FIN! ¡Ya era hora de que ese baka se sincerara
contigo! –lucía feliz, contenta, ¿cómo no estarlo?, Toma también era su amigo y
estaba feliz de que por fin pudiera expresar sus sentimientos, sin embargo,
Carol estaba triste así que supuso que las cosas no habían salido para nada bien –Oh, no. ¿Y qué salió mal? –preguntó olvidando su emoción.
— Un segundo, Lucky –Carol levantó la mirada – ¿Cómo lo
supiste?
— ¿El qué?
— ¿Cómo adivinaste tan rápido que Toma me confesó sus sentimientos?
— ¡Ay, Carol, serás tonta! ¿Cómo no saberlo? ¡Todo el
instituto lo sabe! Todos menos tú –le sonrió cariñosamente –Eres una despistada
de lo peor.
— ¿Pero cómo es que no me di cuenta? No vi ninguna señal.
— ¡Serás! –Lucky puso los ojos en blanco –Toma te dio muchas
señales, miles y miles y tú nunca viste ninguna. Pero te entiendo, no se ve más
allá de lo que no se quiere ver. Cuéntame qué fue lo que pasó exactamente,
¡quiero todos los detalles!
— ¿En frente de él? –se quejó viendo a Mizushima totalmente
emocionado con la plática.
— Haz como que no estoy.
— ¡Solo habla, Carol! ¡Quiero saber, quiero saber, quiero
saber!
— Ok, ok, ya. Ayer estábamos platicando Toma y yo, me quería
decir algo pero Yamapi nos interrumpió, Toma se enfadó mucho y se fue a su
camioneta, yo lo seguí. Después le dije que cuál era su problema, que lo
podíamos resolver los dos, que por algo éramos amigos. Él dijo que no quería
ser mi amigo sino algo más…
— ¡Kyaaa! –gritó… no, no fue Lucky, sino Hiro.
— ¡Cállate! –Lucky le dio un golpe suave en la frente y
Carol continuó hablando.
— Pues me dijo eso, entonces le dije que por ahora solo
podíamos ser amigos. Él se enfadó, me dijo que era una indecisa y se fue.
— ¡Lo mandaste a la friendzone! –la acusó Hiro.
— ¡Tú deja de interrumpir! –le reclamó Lucky metiéndole un
sushi a la boca.
— Y no es todo, Lucky. Hoy en la mañana cuando llegamos al
salón fui tan pero tan estúpida. Le dije que era mejor no ser amigos nunca más…
— ¡Carol! –se quejó Lucky levantándose de su sitio.
— ¿Hice mal? –inquirió con la voz en un hilo.
— ¿Y todavía me lo preguntas? –dijo con desesperación –
¡Pobre Toma!
— Soy una mala persona –Carol dejó caer su frente contra la
mesa en señal de depresión.
— Sí que sí lo eres –la volvió a señalar Hiro.
— No te preocupes, yo te ayudaré, ya verás que al final todo
se resolverá. Ahora mejor ve por su almuerzo, cuando hayas comido y estés
más calmada pensarás las cosas con más claridad –le aconsejó su amiga.
Carol se levantó de la banca y fue hacia uno de los edificios
de tres pisos. Cuando entró se dirigió hacia los casilleros y del suyo sacó un pequeño bento hecho por su hermano. Cerró la puertecilla del locker con fuerza
y al instante alguien gritó a su lado, se trataba de Yamapi que tenía sus
cuatro dedos atascados en el casillero.
— ¡Como lo siento! –se disculpó apresurándose a abrir la
puertilla.
— ¡Tonta! –se quejaba el pelinegro sobando sus cuatro dedos
de la mano izquierda.
— ¡Tú tienes la culpa! ¿Por qué metiste tus dedos?
— Estaba recargado, idiota –la miró con el ceño fruncido.
— Pues te invito a que te recargues en otra parte… y lejos
de mí.
— Vine para preguntarte sobre Toma. Quiero saber qué le
hiciste.
— No es tu asunto –cerró su casillero con el bento en mano y
se dispuso a irse de allí cuando sintió que una mano la estiraba del brazo
haciéndola voltear hacia Yamapi.
— Es mi asunto porque él es mi amigo, y jamás… -Yamapi con
la mano libre tomó la corbatilla atada al cuello de Carol que era parte del
uniforme y la estiró hacia él –Jamás lo había visto tan abatido por una chica
–sus rostros estaban muy cercanos pero no era romántico, Carol quería escapar.
— Suéltame –lo empujaba con sus manos pero era inútil.
— ¡No hasta que me digas qué le hiciste a Toma!
— ¡Te ha dicho que la sueltes, bastardo! –alguien había
presenciado la escena y empujó a Yamapi con fuerza, tomando a Carol de los
hombros para que no se fuera con él. Yamapi cayó al piso y observó a quien lo
había tirado.
— ¿No te enseñaron a respetar a las mujeres? –la voz de
Mamoru no era de su característico tono alegre, desinteresado ni amable, era
totalmente diferente, era grave y peligrosa. Incluso Carol lo veía con los ojos
desorbitados al ver su rostro. Mamoru tenía una expresión de ira –Si no te lo
enseñaron en casa, te lo voy a enseñar yo.
— M-mamoru… sempai… -lo observaba Carol asustada.
— Vete –le ordenó él, pero Carol no se movía, entonces él
giró su rostro hacia ella y la observó –
¡Vete!
Carol se estremeció y se fue corriendo de allí lo más rápido
que podía rumbo al patio del instituto para encontrar a Lucky. Cuando la
encontró aún estaba con Hiro platicando animadamente. Llegó respirando
agitadamente por el esfuerzo y no podía hablar.
— ¿Y ahora qué te pasa? –preguntó Kunimitsu – ¿Dónde está tu
bento?... ¡¿Quién te lo robó?! –gritó furiosa.
— Na… die. Espera –logró articular palabras a pesar de que
su respiración era agitada al igual que su corazón –Yamapi-baka me estaba
molestando… y… me jaló de la… corbata… Mamoru llegó y lo vio… y lo aventó al
piso y… creo que… se van a pelear…
— ¡¿QUÉ?! –Lucky inmediatamente se levantó de su asiento –
¿Dónde están?
— Pasillo de los casilleros... por el mío.
— ¡Vamos! –gritó Lucky seguida por Hiro.
— Esperen… me –decía Carol a punto de fallecer pero
igualmente corrió siguiendo a su amiga y a Hiro.
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— No te metas en lo que no te incumbe, Miyano-san. Mi
problema no es contigo –decía Yamapi mientras se levantaba. Algunos estudiantes
curiosos estaban viendo todo aquello.
— ¿No es conmigo? Estabas teniendo una actitud grosera con
mi amiga, será mejor que te disculpes con ella.
— No voy a disculparme –lo miró fijamente. No tenía miedo.
Mamoru sonrió de medio lado con maldad, con el ceño
fruncido. Apretó sus manos en puños, iba a golpearlo, no había manera de
controlarse. Ese chico nuevo iba a saber quién era Miyano Mamoru.
— Te romperé la cara…
— Inténtalo, quiero verte.
Mamoru alargó un brazo y tomó a Yamapi del cuello y lo jaló
con suma fuerza hacia él, Yamapi no se esperó el puño impactado de Mamoru sobre
su mejilla izquierda. Trastabilló hacia atrás pero no se cayó como la vez
anterior, logró detenerse contra los casilleros.
— Solo fue suerte –le advirtió Yamapi y se dejó ir sobre
Mamoru, comenzando así a pelear.
— ¡Mamoru, suéltalo! –llegó Lucky corriendo. Hiro, quien iba
detrás de ella los separó a la fuerza, empujándolos en direcciones contrarias.
Mamoru estaba por ir otra vez hacia Yamapi pero Lucky se puso frente a él –
¡Mamoru, ya basta!
Observó la ira en los ojos de su novio, él no se enfadaba
por nada, sea lo que fuera que había visto, seguramente era algo realmente
malo. Mientras tanto, Hiro sostenía a Yamapi y le decía que se calmara, que la
violencia no resolvía nada.
— Mamoru –llegó Carol y vio que ya todo estaba controlado y
se sintió aliviada –Gracias al cielo que todos están bien.
— Miyano Mamoru –venía entrando la docente Akihita
–Yamashita Tomohisa. Ambos vayan inmediatamente a la dirección, ¡andando, monos
salvajes! ¡Este es un instituto de prestigio!
— ¡Él empezó! –se defendió Yamapi.
— ¡No importa quién empezó, los vi pelearse! Vamos a la
dirección ya mismo, no lo volveré a repetir.
— ¿Estás más calmado? ¿Vas a estar bien? –Lucky tenía el
rostro de Mamoru entre sus manos, mirándolo a los ojos.
— Sí, tranquila, estoy mejor –le aseguró seriamente, aunque
ya no tan enojado como cuando lo encontró. Volteó hacia Carol – ¿Estás bien?
Carol asintió preocupada.
— Muy bien –sonrió Mamoru de medio lado –Tengo que ir a la
dirección, nos vemos luego –le dijo a Lucky dándole un beso en la frente y
caminando hacia Yamapi y la maestra Akihita.
— Vamos –les indicó Hiro a las chicas –No podemos hacer nada
más.
Lucky caminó junto a Hiro mientras que Carol estaba por
seguirlos cuando alguien le tomó el hombro y ella volteó. Era Yamapi.
— Mira lo que pasó por tu culpa –le dijo acercando su rostro
al de ella – Lo único para lo que eres buena es para causarles problemas a tus
amigos.
— ¡Señor Yamashita! –le gritó Aikhita.
— Ya voy –se regresó por donde vino corriendo, dejando a una
pensativa Carol.
“Lo único para lo que
eres buena es para causarles problemas a tus amigos”. Aquél pensamiento no
dejaba de repetirse en su mente. ¿Tendría razón? Toma estaba triste por su
culpa, Mamoru iba a ser castigado, Lucky y Hiro habían tenido que intervenir en
una pelea. Era todo culpa suya.
— ¡Carol, apúrate! –la llamó Lucky desde el otro extremo del
pasillo.
Carol caminó lentamente hacia sus amigos sin poder evitar
sentirse culpable por todo lo que estaba pasándole a sus amigos.
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Toma estaba recostado en su cama escuchando música en su
celular. Tenía una expresión seria en el rostro y miraba el techo blanco como
si fuera la cosa más interesante del mundo. Como no tenía familia en el
continente americano optaba por quedarse en las habitaciones que el instituto
le asignaba a los estudiantes. Estaba cambiando de canción cuando escuchó que
llamaban a su puerta.
— Yama-kun, si eres tú ya sabes que no te voy a abrir, no
quiero hablar con nadie –le repitió lo de siempre cada vez que su amigo le
hablaba.
— Solo vengo a despedirme –escuchó tras la puerta.
— ¿Despedirte? –levantó una ceja y se incorporó para
quedarse sentado.
— Me han suspendido una semana del instituto.
— ¿Suspendido?
— ¿Quieres abrir la maldita puerta? No voy a preguntarte
nada sobre esa chica.
Toma abrió la puerta encontrándose con Yamapi con una
mejilla morada y algo hinchada.
— ¿Pero qué demonios te pasó?
— Un amigo tuyo me golpeó, el alto.
— ¿Mamoru?
— Ese idiota.
— ¿Pero por qué? Mamoru es una sonrisa andante, algo le has
de haber hecho.
— Solo estaba platicando con tu amiguita, no le hice nada y
de repente él se acercó y empezó a golpearme. Ahora los dos estamos suspendidos
por una semana.
— ¿Qué le hiciste a Carol? –le preguntó mirándolo con duda.
— Ya te lo dije, no le hice nada.
Toma negó con la cabeza.
— No te creo nada.
— ¡Toma, por Kami! ¿Cómo es que la defiendes incluso ahora?
Esta tipa te rompió el corazón según puedo imaginarme.
—Tú lo has dicho, me lo rompió a mí, ¡no a ti! Deja de
meterte con ella, y deja de meterte también en mis problemas.
— Eres mi mejor amigo, me importa lo que te pase. Y me enoja
bastante que esta tipa Carol te vea la cara y juegue contigo.
— ¡No está jugando conmigo!
— Claro que sí, no sabe lo que quiere, es una zorra…
— ¡No le digas así!
— Lo es. La he encontrado dos veces platicando con su amiga
y en verdad cuando las escuché supe que esa tipa es de lo peor. Te da
esperanzas, se lleva bien contigo, pero…
— ¿Pero qué? –inquirió preocupado.
— Pero la escuché decir que... le gusto.
Los ojos de Toma se abrieron de par en par mirando al
pelinegro con suma sorpresa.
— Eso es lo que le escuché decir, amigo. Solo está jugando
contigo. No te merece. Quería asegurarme que lo supieras antes de irme. Ibas a
pedirle perdón, ¿verdad? –Toma no dijo nada pero Yamapi sabía que sí, conocía a
su amigo –No se merece tener a una persona como tú, no se merece ni tu perdón
ni tu amistad.
Toma apretó los labios con fuerza, intentando soportar la
nueva noticia.
— Gracias por tu sinceridad, Yama-kun –le dijo con la voz
ligeramente entrecortada y después sin importarle más cerró la puerta de su
habitación.
Si su corazón estaba rajado por ser considerado solo un
amigo para ella, ahora sí estaba completamente roto al saber que la razón era
que le gustaba otra persona.
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.
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Un nuevo día había comenzado en el Instituto Hathor &
Minerva para los estudiantes. El sol estaba radiante lo que pronosticaba que
sería un buen día caluroso. Las aulas se empezaban a llenar de alumnos. Las
primeras cuatro horas eran materias de tronco común y las siguientes horas eran
materias de especialidad según la casa que los estudiantes habían escogido.
Kunimitsu Lucky había llegado un poco tarde pero el profesor
aún no llegaba. Las primeras cuatro horas las tenía junto a su novio Mamoru,
pero él la había llamado ayer diciéndole que lo habían expulsado del instituto
por una semana, por lo que no se verían en clases. Se sintió un poco sola en el
salón pero en cuanto el profesor llegó se dijo que pondría mucha atención a las
clases para que éstas se fueran volando.
— Buenos días clase –saludó el profesor de ciencias con sus
gafas grandes –Quiero que le den la bienvenida a un nuevo alumno que se
incorpora a nuestro instituto, por favor pasa –le indicó a quien estaba afuera
y enseguida todo el alumnado volteó hacia la puerta.
Por ella pasó un joven alto y de piel tersa, su cabello era
castaño y liso. Su complexión era alta y marcada. Tenía puesto parte del
uniforme del instituto que consistía en pantalón negro de vestir con camisa
blanca fajada, chaleco gris, corbata de rayas rojas y azules, el saco azul
marino no lo traía puesto, lo llevaba colgado a su espalda con su mano.
— Por favor presentante ante tus compañeros –le pidió el
docente.
— Claro –su voz varonil hizo soñar a las chicas del salón
–Mi nombre es Lee Min Ho. Me interesó mucho este instituto por recomendación de
varios amigos así que decidí matricularme.
— ¿Qué casa escogiste? –le preguntó una chica sonrojada.
— La casa de actores –respondió haciendo que las chicas
actrices gritaran de la emoción.
El nuevo alumno las vio con fastidio pero se dio cuenta de
que entre todas esas chicas había una que no lo veía con corazones en los ojos,
una chica de cabello castaño que le llegaba a los hombros.
— No tenemos una silla para ti pero tengo entendido que el
señor Miyano está suspendido así que por favor siéntate al lado de Kunimitsu,
por favor –le dijo el maestro –Démosle un aplauso a su compañero, bienvenido.
Lee asintió y fue a sentarse junto a la chica del cabello
corto.
— ¡Vamos, vamos, atiendan la clase! –las regañó el profesor
–Y luego porqué reprueban, señoritas. A la próxima que voltee a ver al señor Min
Ho le bajaré diez puntos. Ok, voy a pasar lista. Cullen…, Paradise…, Suilen…,
— Hola –la saludó el joven mirándola con sumo interés –Me
llamo Lee.
— Sí, ya lo escuché –exclamó sin voltearlo a ver mientras
hojeaba su cuaderno.
— ¿No me dirás tu nombre? –sonrió.
Lucky volteó a verlo.
— Lucero Kunimitsu, pero todos me llaman Lucky.
— ¿Kunimitsu? ¿Eres de japón? No se te nota.
— El matrimonio de mis padres es interracial. Él es japonés
y mi madre es americana.
— Ya entiendo. Kunimitsu, ¿en qué casa estás registrada?
— En la de cantantes.
— Oh, lastima. Me hubiera gustado estar contigo –le sonrió
–Me agradas. No pareces ser una acosadora como tus compañeras.
— No, claro que no. Además, tengo novio.
— ¿Tienes novio? –se sorprendió.
— Estás ocupando su lugar, de hecho.
— Ya veo. ¿Y por qué faltó?
— Lo suspendieron una semana.
— ¿Es un yankee*?
— Claro que no –volteó a verlo con una ligera frialdad en su
mirada –La clase ya va dará inicio, será mejor que pongamos atención –le dijo y
posteriormente empezó a anotar algunas cosas en su cuaderno.
“Claro que voy a poner
atención, Kunimitsu…” pensó Lee, “pero
a ti”.
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Notas finales:
Yankee*: Es un buscapleitos, que siempre se mete en peleas y en problemas.
¡Hola! Tanto sin aparecerme por aquí, muchos años, creo que dos. Pero espero no dejar pasar tanto tiempo la próxima vez.
Por favor contesta la encuesta que dejé en el blog, ¿Con quién se queda Carol? ¿Con Yamapi o con Toma?. Me parece que tendré que poner otra encuesta sobre el futuro romántico de Kunimitsu Lucky, jaja, pero será hasta que avance un poquito más la historia.
¡Sin más me despido!